Intereses económicos y comerciales en la investigación con embriones humanos congelados

Por Roberto German Zurriaráin,  Doctor en Filosofía. Licenciado en Teología. Profesor de Didáctica de la Religión de la Universidad de La Rioja, publicado en  Blog de  Roberto Germán  Zurriaráin el 3 de Septiembre de 2016

Hay que tener en cuenta que la práctica consistente en producir embriones humanos conlleva también intereses de índole económica. Por eso, un factor no menos importante, ligado a la investigación y experimentación con embriones humanos, es el relativo a los intereses económicos y comerciales inmersos en esa producción.

Pero antes de entrar en el tema hay que señalar que cualquiera de las técnicas artificiales de reproducción humana se presenta como un tratamiento para curar la esterilidad. Sin embargo, dichas técnicas no son, propiamente hablando, un tratamiento para curar la esterilidad, sino un tratamiento sustitutivo, pues con ellas no se consigue curarla, sino tener un hijo. Sería necesaria, para poder considerar las TRA como tratamientos terapéuticos, la restitución de la capacidad generativa de la persona estéril.

El método de reproducción asistida más económico es la inseminación artificial, mientras que los importes más elevados corresponden al implante de ovocitos donados. El primer método es la primera alternativa para las mujeres que tienen dificultades para quedarse embarazadas de forma natural y, por lo tanto, es el método de fecundación asistida más utilizado. Su coste, en general, ronda los 600€ por cada ciclo.

Las estadísticas demuestran que, si tras cinco ciclos de inseminación artificial no se ha logrado el embarazo, es muy poco probable alcanzar el éxito con nuevos intentos. Entonces, cuando la inseminación artificial no da resultado, se debe proceder a otras técnicas, como la fecundación in vitro. Como se sabe, este método consiste en unir el óvulo y el espermatozoide no dentro, sino fuera del cuerpo de la mujer y, luego, depositar el embrión-cigoto (óvulo fecundado) en el útero para que se desarrolle allí.

El precio de un tratamiento de fecundación in vitro en España ronda los 3.000€ por cada ciclo. A este precio hay que añadirle el coste del diagnóstico pre-implantatorio que viene a valer otros 3.000€  (en algunas “clínicas” el “pack” FIV+DGP cobran 5.700€. Estos precios varían dependiendo de los embriones humanos a biopsar, que cobran entre 220 y 300€ por embrión). Es decir, la fecundación in vitro completa cuesta aproximadamente 6.000€.

Una modalidad de fecundación in vitro es utilizar embriones de la propia mujer que han sido congelados. Si se transfieren a la mujer embriones congelados (luego óvulos fecundados) que proceden de una misma cuesta entre 1.700 y 2.100€. (La congelación embrionaria tiene por objeto “conservar” los embriones sobrantes de un tratamiento de FIV tras la transferencia embrionaria. Estos embriones se reservan en previsión de un segundo ciclo de tratamiento, en el caso de que el primero no haya tenido resultado, o en el caso en el que los padres quisieran, más adelante, otro embarazo, con la finalidad de no repetir la tarea de la obtención de óvulos. Estos embriones se conservan y almacenan congelados en tanques de nitrógeno líquido a -196º C bajo cero. La legislación española sólo autoriza la transferencia de un máximo de tres embriones en cada mujer en un ciclo de reproducción asistida y establece la obligatoriedad de criopreservar todos los demás que se han producido. Por tanto, se denominan embriones congelados aquellos embriones “sobrantes” de la FIV que posteriormente son congelados para su conservación. La acumulación de embriones “sobrantes” humanos da lugar a la creación de bancos de embriones humanos congelados. Se justifica la existencia de estos bancos como medio para evitar a la mujer los inconvenientes de comenzar de nuevo todo el proceso de fecundación in vitro: análisis reiterados, tratamientos hormonales y cuadro de hiperestimulación ovárica, y más todavía si la mujer ya ha sufrido una previa estimulación y un fallo en la implantación de los embriones transferidos, o si el ciclo resultante de la estimulación no ha sido adecuado para proceder con la transferencia del embrión. Por otro lado, con el uso de los embriones humanos congelados, se puede realizar una transferencia controlada y evitar así los embarazos múltiples que en la FIV se dan en mayor proporción que en la fecundación natural). Al precio de FIV con embriones congelados de la propia mujer hay que sumarle los medicamentos necesarios para preparar el útero de la receptora para aceptar los embriones. También hay que tener en cuenta que la crioconservación de embriones con vistas a futuras implantaciones supone 1.500€ anuales.

Otro método de reproducción humana artificial es la inyección de espermatozoides. Dígase que la infertilidad masculina es la razón que empuja al 25% de las parejas a comenzar un tratamiento de fertilidad. Ante este problema la fecundación in vitro “normal” no es suficiente. Se debe recurrir a un método específico llamado microinyección espermática (ICSI), técnica que consiste en la introducción del espermatozoide en el óvulo a través de una microaguja. En España el precio mínimo de este tratamiento, es decir, de un ciclo de fecundación in vitro con microinyección espermática oscila entre 4.000 y 5.000€. Las ventajas de este método es su efectividad y que los espermatozoides se pueden preservar, gracias a lo cual, si no se logra el embarazo en un primer intento, el coste del segundo resultará inferior.

Otra opción de FIV es el implante de ovocitos donados. Se recomienda en mujeres que, por diversos fallos en el funcionamiento de sus ovarios, no puedan usar sus propios óvulos. También cuando las demás técnicas de reproducción asistida han fallado. Es el procedimiento más caro: unos 6.000€. Además hay que contar con varios inconvenientes:análisis reiterados, tratamientos hormonales, hiperestimulación ovárica…Como contrapartida, es el método que ofrece mayor efectividad (entre el 50 y el 60%).

Adviértase también que el mercado de óvulos humanos es un negocio en aumento, no sólo por los experimentos de “clonación”, sino también por su demanda para parejas estériles. A través de “solidarios” anuncios se solicita óvulos de jóvenes estudiantes. En España se paga por la compra de óvulos entre los 500-900€ en concepto de “molestias”.

Por lo tanto, como se ha señalado, los precios de la inseminación artificial y de fecundación in vitro van, de media, desde los 600 hasta los 6.000€ por ciclo (FIV+DGP); mientras que la inyección espermática y el implante de ovocitos no bajan de los 4.500€ y 6.000€, respectivamente.

Por otro lado, en el 2008 hubo ganancias de más de 40 millones euros por concepto de aborto en España. Así pues, cabe preguntarse si a los intereses estrictamente médicos no acompañan otros de índole económica.

Una vez presentadas las principales modalidades de reproducción humana asistida y sus costes, este artículo se va a fijar en una de ellas:fecundación in vitro con embriones congelados.

A este respecto hay que advertir que la comercialización de embriones no es sino la expresión final de la “lógica de producción” a la que los seres humanos se hallan sometidos desde su generación en la reproducción artificial. Desde el momento en que la generación de la vida humana sale de su contexto natural-humano, se inicia un proceso gradual de deshumanización, o lo que es lo mismo, de “expropiación” de su dignidad, por el que la vida del embrión se comprende en términos de mercado. En este contexto mercantilista la vida del embrión humano no es ya un bien en sí mismo, sino un bien en cuanto “objeto”: un “producto” sometido al juego de la oferta y la demanda como cualquier otro artículo del mercado para satisfacer necesidades.

Esta lógica de producción lleva no sólo a utilizar a embriones humanos para fines de investigación, sino que incluso su producción mercantil y su uso comercial empuja a que sean directamente producidos, “genéticamente más fiables”, con la intención de conseguir a través de ellos cuantiosos beneficios económicos para los centros y empresas suministradoras de equipamientos e instalaciones. Dicha comercialización afianza más, si cabe, la consideración del embrión humano como bien-objeto disponible.

Otro asunto estrechamente relacionado con este tema corresponde a las políticas de investigación. El núcleo de esta cuestión no radica si dicha investigación ha de ser financiada con fondos públicos o privados, sino en las implicaciones éticas que la propia financiación con embriones humanos plantea. Por eso se ve necesario una regulación legislativa de carácter internacional que no permita al sector privado tener vía libre para investigar con seres humanos, sin más control científico y ético que aquel que el propio sector quiera imponerse.

Justamente, las políticas en investigación han de favorecer aquellas líneas de investigación que están consiguiendo efectivos resultados terapéuticos para la salud de muchas personas, y no políticas que atiendan a los beneficios económicos que obtendrían los grandes monopolios biotecnológicos y farmacéuticos, con la producción, muerte y comercialización de embriones humanos.

Por consiguiente, en la investigación con embriones “sobrantes” humanos entra en juego la fuerza de intereses no estrictamente terapéuticos, sino pura y simplemente económicos que explotan y manipulan el deseo de salud de las personas. Estas grandes empresas, con gran influencia y poder mediáticos, persiguen introducir medidas legales que aseguren dicho beneficio económico a costa de la salud de muchas personas enfermas que tienen puestas sus esperanzas de curación en investigaciones fraudulentas. Así las cosas, ¿cómo es posible que se pueda dejar en manos del mercado cuestiones esenciales para los valores sociales y morales de una sociedad?