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¿Por qué no la mujer? (y 3)

Por José Manuel Belmonte (Dr en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa
 
Los hechos. Desde dentro es muy difícil cambiar o permitir el cambio. ¿Es imposible desde fuera? Constatábamos en el artículo anterior que las líneas rojas institucionales, con que se mantiene desde hace siglos el estatus de la mujer en la Iglesia, dejan poco margen para un cambio desde el interior. En general, las sociedades religiosas suelen ser más pacíficas que beligerantes y progresistas; tienen mucho de integrismo. Si se añade que sobre cualquier salida de la normalidad pende la amenaza de la “excomunión”, no suele haber demasiada oposición. En las grandes religiones, la mujer, no está incluida en el núcleo central de sacralidad y el poder de decisión que está reservado a los varones. Las cosas han sido y son así. La mujer no está en plano de igualdad, y hay pocos cauces democráticos en los que la opinión o el voto de la mujer se tengan en cuenta. Para ellas, vivir la fe, con la amenaza de “excomunión” entraña riesgo y no paz. Si se quisiera dar un paso al frente sería por el camino de romper los moldes o situarse al margen.
 
Conociendo, además las diferencias  físicas y químicas, cerebrales y hormonales, tanto de los hombres como de las mujeres y el gran papel del hipocampo, se puede entender que perciban de diferente manera casi todo. Incluso el aspecto religioso. No se trata de que una sea mejor y otro peor, o al contrario. No se trata de juicios de valor, sino de constataciones. En la evolución humana, uno y otra, se han revelado necesarios y complementarios, pero diferentes.
 
Es más, según dicen ellas hay razones para el cambio del integrismo existente. Dios se hizo hombre en el seno de una mujer. Jesús de Nazaret, su hijo,  era Dios y hombre. A veces se disocia o separa esa realidad al poner el acento bien en su naturaleza humana, o bien en la divina, según lo que  convenga. No hay que olvidar, ni minimizar el papel de María en la primitiva Iglesia y a lo largo de los siglos, tanto en el culto, la imaginería religiosa, las apariciones y en la devoción popular.
 
Es cierto que la Iglesia argumenta que Jesús era varón, que eligió varones como apóstoles, y no a mujeres, y que por ello las mujeres no pueden ser “sacerdotes”. Pero “ellas” argumentan que, Jesús y los Apóstoles solo actuaban según los usos y costumbres de su época. En todo caso, las mujeres son imagen y semejanza de Dios, igual que los hombres. De ahí su dignidad. ¿Pueden, entonces, ser imagen de Dios pero no de Cristo? Y añaden,  se es imagen y semejanza de Dios, no tanto por su humanidad física (cuerpo), sino principalmente gracias a la parte más noble, que es el alma.  La mujer (como el hombre) es un todo, alma y cuerpo. Y ¿por qué entonces, si fueran sacerdotisas, tendrían que ser representantes de Cristo-varón? No tiene mucho sentido. La Iglesia misma se define como “Cuerpo místico”. Si Jesús escogió a la mujer para tomar naturaleza humana, ¿no podrá ella tenerlo en sus manos en forma sacramental o mística? ¿No fue una mujer la anunciadora de la resurrección a los apóstoles? ¿Y no es la resurrección  de Cristo el fundamento de la fe?
 
A lo largo de la historia, se han suscitado todos esos interrogantes y otros muchos. Las líneas rojas de la doctrina de la Iglesia han sido transgredidas en ocasiones. De una manera u otra se han ido sucesivamente acallando (los interrogantes y las transgresiones), porque individualmente no es agradable ni fácil enfrentarse a una amenaza de “excomunión”, (La “excomunión” no es una simple exclusión, al ser sobre todo una amenaza para la otra vida). Y porque si la protesta es individual, siempre termina al morir. Otra cosa son los grupos.
 
Pero también hay un control muy férreo de los mismos. Especialmente de las monjas. El  18 de abril de 2012, se ha producido una llamada al orden, en este caso a las monjas de Estados Unidos, según informó la radio vaticana.  El hecho está ahí. La inquietud existe. Un obispo informa  a Roma. Y se intenta cortar. Ha intervenido la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) pues parece que “emergen problemas doctrinales serios que afectan mucho a la vida consagrada". "El informe recoge posiciones no aceptables manifestadas en las asambleas anuales de la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), (organización que agrupa a la mayoría de las órdenes religiosas femeninas de EEUU), por sus posiciones de disenso sobre ordenaciones sacerdotales de mujeres, acercamiento pastoral a los homosexuales y afirmaciones de feminismo radical incompatibles con la enseñanza católica", precisó la Congregación.
 
Hay quien entiende los movimientos de ruptura como un “soplo” de renovación. Pero la Iglesia siempre los ha considerado como un “desafío”. Alguien dijo que “la violencia es el miedo a los ideales de los demás”. Las amenazas de exclusión, es un recurso al miedo. Si de la amenaza se pasa a la excomunión de hecho, la ruptura está sentenciada en la práctica, desde el interior.  Así ha sucedido durante los siglos anteriores. Otros cristianos ordenan a las mujeres ¿no sopla en ellos el Espíritu?

El responsable de la ordenación en 2002 de las siete mujeres que fueron excomulgadas por el hoy Bendecito XVI fue el argentino Romulo Braschi, un obispo independiente perteneciente a la Iglesia Católica Apostólica carismática de Jesús Rey.

Pero el movimiento no parece  haberse detenido. En efecto, las “Sacerdotisas Católicas Romanas”(Roman Catholic Womenpriests) son una iniciativa de mujeres de la Iglesia Católica que empezó con la ordenación de siete mujeres en el río Danubio en 2002. No desean separarse de Roma sino formar una iglesia más inclusiva, centrada en Cristo y su mensaje de igualdad, en el siglo XXI.  Ordenadas según la tradición católica, continúan con la tarea de ordenar a otras mujeres en el seno de la Iglesia Católica Romana. Defienden, eso sí, un nuevo modelo de ministerio sacerdotal, en íntima unión con el resto de personas a las que sirven. Su denominador común, con Jesús, es el deseo de una sociedad más igualitaria, en la que mujeres y hombres puedan vivir el Evangelio sin restricciones y vivificar la sociedad. No dudan en decir que si ellas han desobedecido una ley injusta, han actuado muy evangélicamente. No son transgresoras propiamente, porque no buscan la ruptura. Elijen la vía que les dejan. ¿Por qué tras innumerables siglos de ruptura, de no celebración de la eucaristía siquiera con los ortodoxos, tampoco quieran concelebrar con las mujeres católicas? 

El movimiento lo integrarían  ya 230 mujeres. A ellas se unió una colombiana, Olga Álvarez.  Pero rápidamente, Monseñor Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, aseguró que la organización opera como una confesión religiosa más, y que en ningún momento estas mujeres pueden considerarse miembros de la Iglesia católica. 

En 2005 una francesa, siete estadounidenses, una alemana y una canadiense fueron ordenadas sacerdotes. Hay otras sesenta recibiendo formación para hacerlo en el futuro. 

En 2006, una mujer suiza, Mónica Wyss fue “ordenada” sacerdote católico por otras dos teólogas durante una ceremonia a bordo de un barco en el lago Constanza. Además de Wyss existen otras mujeres en el mundo que han desafiado a Roma y se han ordenado sacerdotes, pese a que el riesgo es la excomunión.  Según se ha podido saber, no quieren crear ninguna iglesia nueva, sino luchar por la igualdad de los sexos dentro de la Iglesia Católica. Trabajar a la contra siempre entraña cierta limitación. Suele decirse que los centralismos terminan arrasando la libertad en nombre de la libertad. 

Las sacerdotisas, no quieren renunciar a su fe católica y adoptar otra confesión como el protestantismo, por ejemplo, que sí autoriza su ordenación femenina. Ellas consideran que esa prohibición “es un error de la Iglesia y no una regla dictada por Jesucristo”. 

¿Y la gente las aceptaría? En Internet, comentaba una mujer: “la iglesia a la que asisto es cristiana. La Pastora es una mujer. Es la persona más honesta que nunca he conocido. No es porque sea yo también mujer, pero he aprendido mucho de ella, y supongo que estar al frente de la iglesia no es fácil. Necesita mucho tiempo y consagración espiritual. Todos en la iglesia la respetamos mucho”. Una sociedad civilizada es la que respeta tanto a unos como a otras. 

En definitiva, ser o no ser, esa es la cuestión, una vez más. Y el reto: encontrar el lugar de la mujer en la Iglesia Católica y no  morir en el intento. ¿Tienen que encontrarlo ellas solas, o pueden también los varones poner algo de su parte? Es mucha la necesidad de la sensibilidad del carisma femenino en el mundo en general porque, al frente de la política, de la economía, de la crisis, de los mercados y de los innumerables conflictos  bélicos, y por ellos del hambre, está la mano masculina, muy racional y muchas veces equivocada, a pesar de su buena voluntad.  Se echa de menos la sensibilidad, y la intuición, además de la inteligencia femenina. También sus fallos. Aunque se les exija más, son humanas. También en la Iglesia se necesita la valentía  y la fortaleza del alma femenina. Para ser ella misma y para responder a la gran  demanda de altruismo, dedicación a los demás, ayuda, consuelo y compasión. ¿Podrá cambiar algo? 

Porque no olvidemos que, pese a los siglos transcurridos, nadie ha enseñado a los ciudadanos ni a los fieles, a imaginar al Supremo Hacedor y  la Suprema Energía como Madre. Ninguna religión, ni sus clérigos ni sus artistas, hablan del inmenso corazón de un Dios Madre Universal. Tampoco, que nos encaminemos hacia otro nivel, más allá, donde nos acogerá la ternura infinita de un Ser desconocido, cuyo corazón es tan grande que, podemos imaginarle como Padre y como Madre, sin coincidir con lo que nosotros ponemos en esos conceptos. Siempre será “más” que los dos juntos. Y es que según enseñan, es pura Bondad, Luz, Amor, Vida. Ninguna de esas definiciones o categorías es masculina, tampoco femenina, claro. El amor infinito, total, desinteresado, a cada uno de los seres, tiene pocas leyes. Solo el amor o el no amor, cuenta.  Es posible pues, que incluso tengamos que superar la aspiración a la “igualdad” de hombre y mujer (claro que primero habrá que conseguirla). Si el cuerpo se queda aquí y con él el sexo, nos vamos a llevar todos, (incluidos los dirigentes religiosos), una gran sorpresa cuando nos lo encontremos, o nos descubramos a nosotros mismos, en la Luz o en el Amor, según “Los mensajes de los sabios”  y los que han regresado de una experiencia de cuasi-muerte. 

Ver y escuchar este testimonio:
http://www.youtube.com/watch?v=3iF4qRXCZLo&feature=youtu.be